El número de funcionarios se dispara y ya supera en 441.000 a los autónomos en España
En un país donde el emprendimiento debería ser el motor de la economía, el Gobierno de Pedro Sánchez ha optado por inflar el sector público hasta límites insostenibles. Según los datos más recientes de la Encuesta de Población Activa (EPA), el número de empleados públicos en España ha alcanzado los 3,59 millones, superando en 441.000 a los trabajadores autónomos, que apenas suman 3,15 millones. Esta brecha, inédita en la historia reciente, es una bofetada al sector privado y una prueba irrefutable del modelo económico fracasado del sanchismo, que prioriza el clientelismo y el empleo público sobre la iniciativa privada. Mientras los autónomos luchan contra una burocracia asfixiante y una presión fiscal desmedida, el Gobierno de Sánchez engorda la administración con funcionarios, enmascarando un mercado laboral precario y condenando a España a una economía dependiente del Estado.
El disparate del crecimiento del empleo público
Desde que Pedro Sánchez asumió la presidencia en 2018, el número de empleados públicos ha crecido de forma alarmante, pasando de 3,11 millones a 3,59 millones en 2024, un aumento de casi medio millón de trabajadores. En contraste, los autónomos han visto un incremento insignificante, de 3,07 millones a 3,15 millones, apenas 70.000 más, y en su mayoría sin capacidad para contratar empleados. Este desequilibrio no es casual; es el resultado de una estrategia deliberada del Gobierno socialista para consolidar una base de votantes leales a través de empleos públicos estables, mientras el sector privado languidece.
El Ejecutivo de Sánchez ha utilizado el empleo público como una cortina de humo para ocultar las debilidades de un mercado laboral cada vez más frágil. La creación de 40 nuevos puestos públicos al día en 2024, frente al estancamiento de los autónomos, demuestra que el Gobierno prefiere la seguridad de los funcionarios a la dinamización de la economía real. Andalucía, Madrid y Cataluña concentran la mayoría de estos empleos públicos, pero incluso regiones como Canarias y La Rioja han visto incrementos desproporcionados, lo que evidencia una política de gasto descontrolado sin visión de futuro. Mientras tanto, los autónomos, que representan la columna vertebral de la economía productiva, enfrentan un declive que amenaza con dejar a España sin emprendedores.
El abandono de los autónomos
Los autónomos, que antes de la llegada de Sánchez al poder tenían un número similar al de los funcionarios, están siendo aplastados por un sistema que los castiga en lugar de apoyarlos. La Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) ha denunciado que el crecimiento de los autónomos en 2024 se limitó a Madrid y Andalucía, mientras que siete comunidades autónomas perdieron trabajadores por cuenta propia. Más alarmante aún es la caída de los autónomos empleadores, aquellos que crean puestos de trabajo, que han disminuido un 5% desde 2018. Este declive es el resultado directo de las políticas de Sánchez, que han incrementado las cuotas de la Seguridad Social, complicado el acceso a ayudas y mantenido una rigidez laboral que encarece la contratación.
El Gobierno presume de un mercado laboral “robusto”, pero los datos cuentan otra historia. El aumento del empleo público ha servido para maquillar un panorama donde los sueldos de los asalariados privados se acercan cada vez más al salario mínimo y la precariedad se dispara. La figura del fijo discontinuo, una herramienta socialista para ocultar el desempleo, no hace más que agravar la situación, mientras los autónomos luchan por sobrevivir en un entorno hostil. Las asociaciones de autónomos han alertado repetidamente sobre la falta de apoyo, pero el Ejecutivo hace oídos sordos, prefiriendo engordar la nómina pública a costa de los contribuyentes.
Un modelo económico insostenible
La obsesión de Sánchez por el empleo público no solo es injusta, sino también insostenible. En 2023, un informe estimó que España tiene 1,5 millones de empleados públicos de más, con un coste anual de 66.700 millones de euros, equivalente al 5% del PIB. Esta carga recae sobre los hombros del sector privado, que ve cómo sus impuestos financian un Estado elefantiásico mientras las pequeñas empresas cierran y los autónomos se ahogan. La brecha salarial entre el sector público y el privado, que triplica la media de la zona euro, agrava la situación: los funcionarios ganan un 45% más de media que los trabajadores privados, y el 82% de ellos optan por seguros médicos privados, evidenciando las ventajas de un sistema que premia a los empleados del Estado mientras castiga a los emprendedores.
Este modelo económico, basado en el clientelismo y el gasto público descontrolado, está llevando a España hacia una crisis estructural. La creación de empleo en 2024 estuvo impulsada por las grandes empresas y las administraciones públicas, mientras las pymes y los autónomos, que representan el 99% del tejido empresarial, se estancaron o retrocedieron. La falta de políticas que incentiven la innovación, reduzcan la burocracia o bajen los impuestos demuestra que el Gobierno de Sánchez no tiene interés en fortalecer el sector privado, prefiriendo un país de funcionarios dependientes del Estado a uno de emprendedores libres.
La traición del PSOE a la España productiva
El Gobierno de Pedro Sánchez ha traicionado a la España que produce, que arriesga y que crea riqueza. Mientras presume de récords de empleo, oculta que estos se concentran en el sector público, dejando al sector privado en una situación de vulnerabilidad extrema. Los autónomos, que deberían ser el orgullo de una economía dinámica, son tratados como ciudadanos de segunda, enfrentándose a cuotas desorbitadas, trabas administrativas y una falta de apoyo que los empuja al abandono. La diferencia de 441.000 empleados públicos sobre autónomos no es solo un número; es el símbolo de un país que ha perdido la fe en el emprendimiento y se rinde al conformismo estatal.
Es imperativo que España cambie de rumbo. El próximo gobierno debe priorizar al sector privado, reduciendo la presión fiscal, simplificando la burocracia y apoyando a los autónomos como motor de crecimiento. El sanchismo, con su modelo de funcionarios sobre emprendedores, está condenando a las futuras generaciones a una economía estancada y dependiente. Los españoles merecen un país que premie el esfuerzo, no uno que castigue a quienes se atreven a soñar. El disparo del empleo público es una victoria pírrica de Sánchez, pero una derrota para la España productiva que aún lucha por sobrevivir.