Al PNV no le importa en absoluto que País Vasco se islamice y su próximo lehendakari se apellide Hasán
El Partido Nacionalista Vasco (PNV), bajo el liderazgo de Aitor Esteban, ha dado un paso que muchos consideran una traición a la identidad histórica y cultural del País Vasco y de España en su conjunto. En un discurso reciente durante el Aberri Eguna, Esteban afirmó que no sabe si su sucesor al frente del partido se apellidará Agirregomezkorta, Martínez o incluso Hasán, pero que, sin duda, “su única patria será Euskadi”. Esta declaración, lejos de ser un simple guiño a la diversidad, es una aceptación descarada de la islamización del País Vasco, un proceso que el PNV parece no solo tolerar, sino aplaudir. Mientras el cristianismo, pilar fundamental de la identidad española durante siglos, se ve amenazado por la indiferencia de partidos como el PNV, la islamización avanza sin freno, y los nacionalistas vascos parecen dispuestos a sacrificar su herencia cultural en el altar del multiculturalismo.
La islamización del País Vasco: un proceso en marcha
El País Vasco, una región profundamente marcada por su tradición cristiana, está experimentando un cambio demográfico y cultural sin precedentes. En provincias como Guipúzcoa, la población musulmana ha crecido un 70% en apenas cinco años, según datos de 2023. Este aumento no es un fenómeno aislado, sino parte de una tendencia más amplia en España, donde la inmigración masiva, especialmente de países islámicos, está transformando el paisaje social. Sin embargo, lejos de abordar las implicaciones de este cambio, el PNV opta por una postura de complacencia que raya en la irresponsabilidad.
Aitor Esteban, en su discurso, no solo asumió la islamización como un hecho inevitable, sino que la presentó como una virtud, un signo de la supuesta “apertura” de la sociedad vasca. Pero esta narrativa ignora las consecuencias reales de la islamización: la erosión de las tradiciones cristianas, el aumento de la inseguridad en ciertos barrios y la creación de enclaves donde la integración brilla por su ausencia. Mientras el PNV celebra la posibilidad de un futuro líder con un apellido como Hasán, ignora las tensiones culturales y sociales que ya están emergiendo en municipios vascos, donde la convivencia se ve desafiada por prácticas y valores que chocan con los de la mayoría.
El PNV y su traición al cristianismo
El cristianismo no es solo una religión en España; es un pilar cultural que ha dado forma a su arte, su literatura, sus leyes y su forma de entender el mundo. En el País Vasco, la fe católica ha sido históricamente un elemento central de la identidad, desde las ermitas medievales hasta las festividades religiosas que aún hoy reúnen a miles de personas. Sin embargo, el PNV, un partido que en sus orígenes se aferraba a los valores cristianos, parece haber abandonado esta herencia en favor de un multiculturalismo que prioriza la asimilación del islam por encima de la defensa de lo propio.
La indiferencia del PNV ante la islamización es particularmente grave si consideramos que España enfrenta un desafío existencial. Mientras países como Francia y Alemania lidian con las consecuencias de la inmigración masiva y el auge del islam político, el PNV opta por cerrar los ojos y abrazar un discurso que minimiza los riesgos. La posibilidad de que un futuro lehendakari se apellide Hasán no es un símbolo de progreso, como sugiere Esteban; es una señal de que el PNV está dispuesto a renunciar a la identidad vasca y española para complacer a las élites globalistas que promueven el multiculturalismo a cualquier precio.
La complicidad de la clase política
El PNV no está solo en su indiferencia. Otros partidos, como el PSOE, han contribuido a este proceso al promover políticas migratorias laxas y al evitar cualquier crítica al islam por miedo a ser acusados de intolerancia. En el País Vasco, la coalición entre el PNV y el PSE ha creado un entorno en el que la islamización no solo se tolera, sino que se fomenta activamente. Municipios que antes eran baluartes de la cultura vasca se han convertido, en palabras de algunos críticos, en “guetos” donde la inseguridad y la segregación son la norma.
Esta complicidad política es aún más alarmante cuando se compara con la falta de acción para proteger a los cristianos, tanto en España como en el extranjero. Mientras el PNV celebra la diversidad, más de 380 millones de cristianos en el mundo enfrentan persecución, y en Europa, el laicismo militante y la islamización amenazan las raíces cristianas del continente. En este contexto, la postura del PNV no es solo indiferente; es una traición a los valores que han sostenido a España durante siglos.
La hipocresía del nacionalismo vasco
El PNV, que presume de defender la identidad vasca, cae en una contradicción flagrante al abrazar la islamización. Si su objetivo es preservar la cultura y la nación vasca, ¿cómo puede justificar la promoción de una religión y una cultura que, en muchos casos, rechazan la integración y desafían los valores tradicionales de Euskadi? La respuesta es simple: el PNV no está interesado en la verdadera defensa de la identidad vasca, sino en mantener el poder a cualquier costo, incluso si eso significa sacrificar los principios que dice representar.
La declaración de Esteban sobre un posible sucesor llamado Hasán no es un acto de apertura, sino una muestra de oportunismo político. Al alinearse con las narrativas globalistas, el PNV busca ganarse el favor de las élites internacionales y de una parte de la población inmigrante, ignorando las preocupaciones de los vascos que ven cómo su cultura y su seguridad se ven amenazadas. Este cálculo político no solo es cínico, sino que también es peligroso, ya que alimenta la desafección de los ciudadanos hacia un partido que parece más interesado en el poder que en el bienestar de su pueblo.
Un llamado a la resistencia cultural
La islamización del País Vasco y de España no es un destino inevitable, pero requiere una respuesta valiente y decidida. Los ciudadanos vascos y españoles deben exigir que sus líderes defiendan la identidad cristiana y los valores que han dado forma a la nación. El PNV, como partido dominante en el País Vasco, tiene una responsabilidad especial en este sentido, pero su actual trayectoria sugiere que no está a la altura del desafío.
Es hora de que los vascos y los españoles levanten la voz contra la indiferencia del PNV y de otros partidos que, en nombre de la diversidad, están permitiendo la erosión de su cultura. La defensa del cristianismo y de la identidad vasca no es un acto de intolerancia, sino un acto de amor por la historia y los valores que han hecho de España un país único. Si el PNV no está dispuesto a liderar esta lucha, los ciudadanos deberán tomar la iniciativa, antes de que sea demasiado tarde y el próximo lehendakari, efectivamente, se apellide Hasán.