miércoles, junio 26, 2024

Conectando con la verdad

El cautiverio del Sí

Reavivada la polémica del sexo consentido. Sí, es lícito tener sexo siempre que sea consentido, porque solo sí es sí. El problema es que esa norma general y loable de los que piensan, (pero piensan corto y tirando por la izquierda), es que abren la boca del lobo depredador. Sin embargo, un montón de feministas, enloquecidas de poderío, lo defenderán hasta la muerte, perdón, hasta la hora de comer… No sean malpensados, las dos de la tarde, más o menos.

Pues verán, los seguidores de los lobbies, en general, se sienten seguros por pertenecer a un grupo y para pertenecer al grupo, hay que pensar como él. Recuerden el experimento de Asch, no soportan la vergüenza de tener razón, no saben enfrentarse a la masa, y por lo tanto, pensar como el grupo es lo más cómodo y les refuerza la autoestima, ya que se crea un compañerismo enfermizo en la mentira burda y absurda. Claro, tan absurda como negar la evidencia

¿Por qué hablar de Asch? Pues porque mientras se aplaude la medida que suena requeté bien, no tomamos en consideración nada más, y se pasa por alto algo tremendamente importante. Hay que recordar a las personas, que por mucho que quieran, no somos todos iguales, aunque sí somos iguales ante la ley. O no. No somos iguales, tenemos, entre otras características, edades distintas, eso no me lo negarán, aunque aceptemos que uno pueda sentirse cualquier persona, animal o cosa. La persona, animal o cosa tendrá una edad, o por lo menos a día de hoy, así es en nuestro ordenamiento jurídico. No se tiene personalidad plena hasta la mayoría de edad (aunque ya hemos comprobado que con este gobierno, todo puede cambiar y mañana podrían votar los recién nacidos o los peces).

El caso es que no se contempla con atención el consentimiento según la edad

Claro, de eso se trata. Creo, y apuesto no equivocarme, que todos los que estamos aquí en cuerpo presente, no hemos tenido niños forzosamente, pero sí que hemos sido todos niños alguna vez.

Recordemos cómo funciona la mente de un niño: objetivo/negociación. Si un niño quiere algo, lo desea, pero para conseguirlo debe decir “SÍ”, lo dirá. El niño no concibe las implicaciones de lo que pueda proponer un adulto. El niño, solamente quiere ese juguete, ese caramelo, esa promesa de algo a futuro. Pero desconoce el uso de la desconfianza y desconoce los condicionantes.

Así, la mente de un adulto, ya desarrollada y que conoce las técnicas de negociación básicas para la subsistencia, le da mil vueltas a la mente de un niño, incluso a la de un adolescente. El “sí” ya dado, el “consentimiento” ya cerrado, el niño no tiene escapatoria dialéctica, no digamos ya física. No la tiene dialécticamente porque es incapaz de luchar contra “es que ya me has dicho que sí”, ni tendrá escapatoria pues de las garras de pederastas y
pedófilos, no podrá jamás salir de la jaula del “Sí” execrable escoria moral del cautiverio retórico.

Los inmundos mundos del “sí”: el “sí” de la sociedad que por no pensar no lo evita, el “sí” robado a la debilidad del niño, el “sí” de la ley de los adultos perversos o inconscientes, y al fin, el “sí” de la agenda globalista-lobista. Porque no, no es que en España seamos así. No es que tengamos una educación que vuela bajo como el grajo. Es que hay un fin común: el
hundimiento moral, social, económico y político de la que ha sido la sociedad más culta y poderosa, que consiguió su libertad y bienestar (con sus errores y virtudes,con sus bajas y victorias). Alemania, baluarte europeo, acaba de aprobar la despenalización de posesión de material pedófilo en ciertas circunstancias.

Aquella reforma de 2021 es anulada. Nunca se sabe, podría haber llegado material por error a los soportes de los propietarios de ese tipo de contenidos y habérseles olvidado denunciarlo. Incluso parece ser que el K13 (grupo con inclinaciones de dudosa moralidad con menores), aplaude*, claro.

Pobrecitos los niños, que cuando quieren algo, solamente esperan, con enorme ilusión, un “sí”. Una palabra tan pequeña como ellos y tan llena de cariño e ilusión. _¿Mamá, puedo? _“Sí”, mi vida.No hay nada tan bonito, pero todo lo bonito, hoy, se gangrena con la normalización de lo amoral, de lo perverso. Así que sí, el “sí”, el “solo sí es sí” es el cautiverio del “sí”, y si me preguntan si la sociedad está siendo destruida desde la cuna, muy a mi pesar, reconoceré que “sí”.

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