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Los posibles candidatos de la rama conservadora que todo católico querría tener de Papa

Los posibles candidatos de la rama conservadora que todo católico querría tener de Papa

Los tres candidatos conservadores con posibilidades de ser Papa.

La muerte del Papa Francisco el 21 de abril de 2025 ha abierto un periodo de incertidumbre para la Iglesia Católica. Con el cónclave a punto de comenzar, los 135 cardenales electores se preparan para elegir al próximo líder de 1.400 millones de católicos. Entre las corrientes que pugnan por definir el futuro de la Iglesia, la rama conservadora destaca por su defensa de la ortodoxia y la tradición. Tres nombres resuenan con fuerza en este sector como los posibles candidatos a Papa de la rama conservadora: el húngaro Péter Erdő, el estadounidense Raymond Leo Burke y el guineano Robert Sarah. Cada uno representa una visión de liderazgo arraigada en la doctrina clásica, pero con matices que podrían influir en el rumbo del Vaticano. En un mundo donde la secularización y los desafíos éticos amenazan los fundamentos del catolicismo, la elección de un Papa conservador podría ser clave para preservar la esencia de la fe.

Péter Erdő: el puente entre Este y Oeste

Cardenal Péter Erdő

Péter Erdő, arzobispo de Esztergom-Budapest y primado de Hungría, es un candidato destacado entre los conservadores. A sus 72 años, Erdő combina una sólida formación en derecho canónico con una trayectoria pastoral que lo posiciona como un líder unificador. Nacido en 1952 en Budapest, creció bajo el régimen comunista, una experiencia que forjó su comprensión de las amenazas a la libertad religiosa. Su familia, profundamente católica, sufrió discriminación, lo que le dio una perspectiva única sobre la fe como resistencia frente a ideologías opresivas.

Erdő ha destacado por su defensa de la ortodoxia en temas como el matrimonio y la familia, especialmente durante los sínodos de 2014 y 2015, donde abogó por la indisolubilidad del matrimonio sin enfrentarse directamente al Papa Francisco. Su enfoque diplomático, combinado con su prestigio internacional —fue presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa entre 2006 y 2016—, lo convierte en un candidato atractivo. Su relación con el primer ministro húngaro Viktor Orbán, aunque compleja, refuerza su imagen como defensor de los valores cristianos frente a la secularización europea. Además, su capacidad para dialogar con iglesias ortodoxas, especialmente en Rusia, lo posiciona como un posible puente entre el Este y el Oeste, una cualidad crucial en un mundo dividido por tensiones geopolíticas. Erdő, reservado en los medios y alejado de controversias, podría ser la elección de quienes buscan estabilidad y tradición sin rupturas.

Raymond Leo Burke: el guardián de la tradición

Cardenal Raymond Leo Burke

Raymond Leo Burke, cardenal estadounidense de 76 años, es la figura más polarizante entre los candidatos conservadores. Conocido por su firme defensa del tradicionalismo, Burke ha sido un crítico abierto de las reformas progresistas del Papa Francisco. Nacido en Wisconsin en 1948, Burke es un experto en derecho canónico y un apasionado defensor de la Misa Tridentina, que considera una expresión superior de la liturgia católica. Durante su carrera, lideró la diócesis de La Crosse y la arquidiócesis de San Luis, donde promovió vocaciones sacerdotales y fundó oratorios para la liturgia tradicional.

Su paso como prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica (2008-2014) consolidó su reputación como un jurista riguroso, pero su oposición a Francisco lo llevó a ser marginado. En 2023, el Papa lo despojó de su apartamento subsidiado en el Vaticano y de su salario como cardenal retirado, una medida que muchos interpretaron como un castigo por sus críticas. Burke, apoyado por figuras como Donald Trump, representa a los sectores más conservadores, que lo ven como un baluarte contra lo que perciben como una deriva liberal en la Iglesia. Sin embargo, su estilo confrontacional y su imagen de “anti-Francisco” podrían dificultar su elección, ya que el cónclave suele favorecer a figuras más conciliadoras. Aun así, su influencia entre los cardenales tradicionalistas es innegable.

Robert Sarah: la voz africana de la ortodoxia

Cardenal Robert Sarah

El cardenal Robert Sarah, de 79 años, es otro nombre relevante, aunque su edad avanzada reduce sus posibilidades. Nacido en Guinea en 1945, Sarah encarna la vitalidad del catolicismo africano, un continente donde la fe crece frente a la secularización europea. Ordenado sacerdote en 1969, fue arzobispo de Conakry a los 34 años, enfrentándose a la dictadura de Sekou Touré. Su valentía le valió el reconocimiento de Juan Pablo II, quien lo llamó al Vaticano en 2001. Como prefecto de la Congregación para el Culto Divino (2014-2021), Sarah defendió la liturgia tradicional, abogando por la celebración de la Misa ad orientem y la recepción de la Comunión de rodillas.

Sarah ha sido un crítico de la “modernización excesiva” de la Iglesia, advirtiendo contra la influencia de ideologías seculares como la ideología de género. Su libro, coescrito con Benedicto XVI, sobre el celibato sacerdotal fue visto como un desafío a Francisco, lo que le costó su salida del Vaticano tras cumplir 75 años. Pese a ello, Sarah sigue siendo una figura admirada por los conservadores, que ven en él un símbolo de resistencia frente a la secularización. Su origen africano podría romper la hegemonía europea en el papado, pero su edad y su perfil menos conciliador juegan en su contra.

La necesidad de un giro conservador

La elección del próximo Papa será un momento decisivo para la Iglesia Católica. En un mundo donde la secularización, el relativismo moral y las ideologías progresistas desafían los fundamentos del cristianismo, un Papa conservador podría ser la respuesta para reafirmar las enseñanzas de Jesucristo. Durante su pontificado, Francisco abrió puertas al diálogo con sectores marginados, pero sus reformas generaron divisiones, con sectores conservadores acusándolo de ambigüedad doctrinal. Los posibles candidatos a Papa de la rama conservadora, como Erdő, Burke y Sarah representan un retorno a la claridad en temas como la santidad del matrimonio, la vida humana y la liturgia tradicional, que muchos fieles consideran esenciales para la identidad católica.

Erdő ofrece estabilidad y un enfoque unificador, ideal para sanar las fracturas internas sin renunciar a la ortodoxia. Burke, aunque divisivo, apela a quienes buscan una ruptura con las políticas de Francisco y un retorno al rigor doctrinal. Sarah, con su voz profética, recuerda a la Iglesia su misión de ser luz en un mundo oscurecido por el materialismo. La elección de un Papa conservador no implica cerrar la Iglesia al mundo, sino anclarla en las verdades eternas de Cristo, que no se negocian frente a las modas pasajeras.

La Iglesia no puede permitirse alejarse de las premisas de Jesucristo: amor, verdad y sacrificio. Un Papa conservador, ya sea Erdő, Burke o Sarah, tendría la misión de guiar a los fieles en un mundo que rechaza lo sagrado, recordándoles que la fe no es una opinión, sino un encuentro con la Verdad. En este cónclave, los cardenales decidirán si la Iglesia seguirá el camino de la adaptación o el de la resistencia. Por el bien de la fe, la segunda opción parece la más fiel al mandato de Cristo.

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