España es el segundo país con más reservas de Uranio de Europa. Pedro Sánchez miente descaradamente
España, con las segundas reservas de uranio más importantes de Europa, podría ser autosuficiente en este recurso clave para la energía nuclear, pero Pedro Sánchez insiste en una mentira escandalosa: “En España no hay uranio”. Esta afirmación, repetida por el presidente y su equipo, como la ministra Sara Aagesen, es un insulto a la inteligencia de los españoles y una prueba de la deshonestidad de un Gobierno que prefiere ocultar la verdad para justificar su agenda ideológica. La realidad es que Sánchez sabe que España tiene uranio, pero las presiones de Bruselas, los lobbies ecologistas y su obsesión por desmantelar la energía nuclear lo llevan a mentir descaradamente, condenando al país a una dependencia energética absurda y a una vulnerabilidad económica que pagamos todos. Este engaño no solo es una traición a los ciudadanos; es un sabotaje al futuro energético de España.
Las reservas de uranio que Sánchez niega
España cuenta con reservas de uranio capaces de abastecer las centrales nucleares nacionales durante más de una década, según expertos del sector. En los años 80, el país fue el segundo productor de uranio en Europa, con minas en Saelices el Chico (Salamanca) y La Haba (Badajoz) que extrajeron 5.236 toneladas, cubriendo el 25% de las necesidades de combustible nuclear. Estas minas, operadas por ENUSA, produjeron hasta 300 toneladas anuales hasta su cierre en 2000, y la infraestructura para procesar el mineral —como la fábrica de concentrados de Andújar— permitió a España completar casi todo el ciclo del combustible nuclear. Berkeley Minera España, que posee los derechos de explotación de la mayoría de estas reservas, estima que el uranio disponible podría garantizar la independencia energética frente a países como Rusia, de donde importamos el 38,7% de este recurso.
Estos datos, conocidos desde hace décadas, hacen que la mentira de Sánchez sea aún más indignante. Cuando afirma que “en España no hay uranio”, no solo ignora la historia minera del país; también desmiente a los expertos que han documentado estas reservas. La pregunta es inevitable: ¿es Sánchez tan ignorante como para desconocer esta realidad, o miente deliberadamente porque sabe que España tiene uranio pero no le permiten explotarlo? La respuesta parece clara: Sánchez miente porque su agenda ideológica y las presiones externas lo obligan a sacrificar el interés nacional.
Una mentira al servicio de una agenda ecologista
La negativa de Sánchez a reconocer las reservas de uranio está íntimamente ligada a la prohibición de su explotación, impuesta por su Gobierno en 2020. La Ley de Cambio Climático, impulsada por el PSOE y Unidas Podemos, vetó la investigación y extracción de materiales radioactivos, incluyendo el uranio, bajo el pretexto de avanzar hacia un modelo energético “sostenible”. Esta decisión, aplaudida por los lobbies ecologistas y Bruselas, ignora que la energía nuclear es una de las fuentes más limpias y eficientes para reducir emisiones, como demuestran países como Francia. En lugar de aprovechar un recurso propio que garantizaría estabilidad energética, Sánchez opta por importar uranio de Rusia y otros países con “fiabilidad jurídica cuestionable”, según Berkeley, exponiendo a España a riesgos geopolíticos y económicos.
El apagón masivo del 28 de abril de 2025, que dejó a millones sin luz y causó 10 muertes, es un ejemplo directo de las consecuencias de esta política. La obsesión del Gobierno por desmantelar las nucleares, como la desconexión de Almaraz prevista para 2027, y su apuesta por renovables intermitentes sin respaldo han hecho a España vulnerable. Si Sánchez permitiera explotar el uranio nacional, las centrales nucleares podrían operar sin depender de importaciones, garantizando un suministro estable y barato. Pero prefiere mentir, diciendo que “no tenemos uranio”, porque admitir lo contrario expondría el fracaso de su transición ecológica y las presiones externas que lo atan de manos.
Un engaño que beneficia a las élites globalistas
La mentira de Sánchez no es un error; es una estrategia. Detrás de su negativa a explotar el uranio español se esconden intereses que poco tienen que ver con el bienestar de los ciudadanos. La Unión Europea, con su agenda verde radical, ha presionado a España para que abandone la energía nuclear, a pesar de que países como Alemania han revertido sus planes tras comprobar la inviabilidad de depender solo de renovables. Los lobbies ecologistas, financiados por fundaciones extranjeras, también han influido en el Gobierno, promoviendo una narrativa que demoniza el uranio mientras ignoran su potencial para reducir emisiones y costes energéticos.
Sánchez, siempre dispuesto a plegarse a Bruselas para mantener su imagen de líder “progresista”, sabe que España tiene uranio, pero no puede admitirlo sin enfrentarse a las élites globalistas que lo sostienen. Su mentira es una cortina de humo para justificar una política energética suicida que beneficia a importadores extranjeros y condena a los españoles a facturas eléctricas disparadas. Mientras tanto, proyectos como la mina de Retortillo, que podría reactivar la economía de Salamanca y generar empleos, permanecen bloqueados por una ley que prioriza la ideología sobre la realidad.
Un país traicionado por su presidente
La mentira de Sánchez sobre el uranio es un escándalo que merece una respuesta contundente. Los españoles no pueden seguir tolerando un Gobierno que miente descaradamente para ocultar su sumisión a intereses extranjeros. La independencia energética es un derecho, no un lujo, y España tiene los recursos para alcanzarla. Las reservas de uranio en Salamanca y Badajoz no son un mito; son una oportunidad que Sánchez nos está robando con su engaño.
Es hora de que los ciudadanos exijan transparencia y acción. Si Sánchez sabe que España tiene uranio pero no lo explota, debe rendir cuentas por su complicidad con una agenda que perjudica al país. Las redes sociales, donde hashtags como #SánchezMiente ya son tendencia, deben amplificar esta indignación. España merece un liderazgo que defienda sus recursos y su futuro, no un presidente que miente para proteger su imagen. La verdad sobre el uranio no puede seguir enterrada; los españoles merecen un Gobierno que la saque a la luz y actúe en su beneficio.