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El objetivo de Europa es contrarrestar los discursos nacionalistas con más Islam

Las élites globalistas de Bruselas han perdido por completo la cabeza. Su último delirio es financiar con dinero público un programa llamado “Islam Blanco”, cuyo objetivo es fomentar la conversión de europeos al Islam. Sí, lo has leído bien: la Unión Europea está promoviendo el islamismo en Europa con dinero de todos los ciudadanos.

En un contexto donde el continente enfrenta una crisis de identidad, seguridad y estabilidad, en lugar de proteger la cultura europea, fortalecer sus raíces y garantizar la seguridad de sus ciudadanos, las élites han decidido acelerar la islamización de Europa.

El «Islam Blanco»: un proyecto financiado por Bruselas para destruir Europa

El programa «Islam Blanco» es un proyecto financiado con fondos europeos que busca, supuestamente, ofrecer una «versión adaptada» del Islam para europeos conversos. La idea es suavizar la imagen del Islam y fomentar que más ciudadanos europeos adopten esta religión.

Pero ¿qué hay realmente detrás de este proyecto? Lo que está claro es que Bruselas no quiere fortalecer la identidad europea, sino debilitarla y reemplazarla por una nueva ideología multiculturalista e islamizada.

Desde hace décadas, la Unión Europea ha favorecido la inmigración masiva y la islamización de Europa, con el argumento de la diversidad y la tolerancia. Sin embargo, los resultados han sido catastróficos:

Y ahora, como si esto no fuera suficiente, Bruselas quiere que los europeos también se conviertan al Islam para asegurarse de que la islamización del continente sea irreversible.

El Islam como herramienta contra el patriotismo europeo

El argumento de las élites globalistas es que este proyecto ayudará a «contrarrestar los discursos nacionalistas y fortalecer la cohesión social». Es decir, consideran que el problema de Europa no es la islamización ni la inmigración masiva, sino los ciudadanos que defienden su identidad y su cultura.

Los burócratas de Bruselas están convencidos de que la única forma de «combatir el populismo» es diluir por completo cualquier rastro de identidad nacional en Europa. Por eso:

En otras palabras, Bruselas ve en el Islam un arma para acabar con el patriotismo y la resistencia de los europeos ante el globalismo.

La élite europea traiciona a su propia gente

Los ciudadanos europeos no han votado para que sus impuestos sean utilizados en proyectos que fomenten la islamización de su propio continente. Sin embargo, las élites de Bruselas han decidido traicionar a sus propios pueblos en favor de una agenda multiculturalista que solo trae caos y división.

Mientras los europeos son despojados de sus tradiciones, censurados por defender su historia y castigados por rechazar la inmigración masiva, los políticos globalistas siguen protegiendo y promoviendo una ideología ajena a los valores occidentales.

Lo más irónico es que los burócratas europeos aplican un doble rasero brutal:

La pregunta es: ¿por qué tanto esfuerzo en promover el Islam y no en proteger la cultura europea?

El futuro de Europa en juego

El rumbo que están tomando las élites europeas es un suicidio cultural y demográfico. Si Bruselas sigue financiando proyectos como el «Islam Blanco», en unos años Europa será irreconocible:

Es hora de que los ciudadanos europeos despierten y exijan a sus gobiernos que dejen de financiar la islamización del continente. La alternativa es clara: o defendemos nuestra identidad y nuestra historia, o aceptamos la sumisión y el declive de nuestra civilización.

Conclusión: Europa debe despertar antes de que sea tarde

El programa «Islam Blanco» es solo una pieza más del gran plan de las élites globalistas para destruir la identidad europea. La excusa de «combatir el nacionalismo» es en realidad un intento de imponer una ideología que reemplace las raíces culturales de Europa.

La pregunta que todos los europeos deberían hacerse es: ¿realmente queremos que nuestros impuestos financien nuestra propia desaparición?

Los burócratas de Bruselas han demostrado ser unos sinvergüenzas sin escrúpulos, dispuestos a vender el futuro de Europa para cumplir con su agenda globalista. La única forma de detenerlos es que los ciudadanos se rebelen contra estas políticas y exijan la defensa de su cultura y su historia.

Europa aún está a tiempo de salvarse. Pero para ello, es necesario un cambio radical que frene esta locura antes de que sea demasiado tarde.

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