viernes, abril 18, 2025

Bruselas quiere desarraigar el cristianismo de la identidad europea y financia con 10 millones un organismo llamado El Corán Europeo

En una decisión tan polémica como vergonzosa, la Comisión Europea ha destinado casi 10 millones de euros para la creación de un proyecto denominado El Corán Europeo, un organismo que pretende “adaptar el islam al contexto europeo”. Mientras Europa gasta nuestro dinero en velos y mezquitas, los valores cristianos que cimentaron nuestra civilización siguen siendo arrinconados, silenciados o ridiculizados desde las mismas instituciones que dicen representarnos.

La noticia no ha tardado en causar malestar en muchos ciudadanos que ven con creciente preocupación cómo Bruselas no solo se aleja de sus raíces, sino que invierte fondos públicos en iniciativas que solo buscan fomentar el Islam y eliminar el cristianismo. ¿Por qué se financia con millones un proyecto sobre el islam mientras los símbolos cristianos desaparecen de los espacios públicos, se cambian nombres tradicionales, se desacralizan monumentos y se reescriben los libros de historia desde una óptica ajena a la verdad histórica?

El cristianismo, base de la civilización europea

Nadie puede negar que Europa se ha construido sobre pilares cristianos. Desde la filosofía y el arte hasta las leyes y el modelo de derechos humanos, el cristianismo ha moldeado durante siglos el espíritu europeo. No se trata de una cuestión religiosa únicamente, sino de una realidad histórica, cultural y antropológica. La cruz que corona tantas plazas no es una imposición, es un testimonio de lo que fuimos y de lo que todavía somos.

Sin embargo, en los últimos años, esa herencia parece haberse convertido en una vergüenza para las élites de Bruselas. Las referencias cristianas son sistemáticamente eliminadas de los documentos oficiales, las festividades cristianas pierden peso en la vida pública, y a los ciudadanos se les impone una visión del mundo sin raíces, sin identidad y sin orgullo por su pasado.

¿Diálogo o imposición multicultural?

La iniciativa del Corán Europeo se enmarca dentro de una estrategia más amplia: el fomento de una Europa multicultural y posnacional, donde todas las religiones y culturas tengan el mismo peso… excepto la cristiana. Se dice que el objetivo es construir puentes y combatir el extremismo. Sin embargo, la pregunta es inevitable: ¿por qué ese afán por adaptar el islam a Europa, y no por afirmar la identidad europea en su conjunto?

Los ciudadanos europeos tienen derecho a preguntarse si no se está cayendo por este lamentable doble rasero. Cuando se trata de símbolos cristianos, la consigna es “laicismo”. Pero cuando se trata de religiones foráneas, se aboga por la integración, la tolerancia, la financiación y la adaptación institucional. Esta política desigual no solo genera agravio, sino también división y desconfianza entre comunidades.

El coste de la indiferencia

Mientras Europa invierte millones en adaptar el Corán al continente, el cristianismo es perseguido en medio mundo y ninguneado en casa. Iglesias cerradas, seminarios vacíos, belenes prohibidos, procesiones acosadas, cruces derribadas, y una juventud a la que se le oculta que sus antepasados construyeron catedrales antes de que existieran los derechos de autor. ¿Hasta cuándo podrá sobrevivir Europa si renuncia a su alma?

Hay quien dice que no se trata de elegir entre religiones, sino de respetarlas todas. Pero en la práctica, el respeto al islam parece traducirse en financiación, promoción y adaptación cultural, mientras que el respeto al cristianismo se reduce a una tolerancia condescendiente, a veces teñida de desprecio. La identidad europea está siendo desarraigada desde las mismas instituciones que deberían protegerla.

Una identidad que no se puede reemplazar

El proyecto El Corán Europeo refleja una visión equivocada de lo que significa ser europeo. Europa no puede construirse desde el vacío, desde el olvido, desde la vergüenza de lo que fue. Europa necesita reencontrarse con sus raíces, no sustituirlas por ideologías y religiones impuestas desde arriba. Necesita educar a sus jóvenes en el respeto y en el orgullo por su legado histórico y cultural.

Bruselas debería estar invirtiendo esos 10 millones en preservar el patrimonio cristiano, en restaurar iglesias históricas, en enseñar en las escuelas qué fue realmente la cristiandad y su papel en la expansión de los derechos humanos, la ciencia, el arte y la libertad. Pero eso implicaría reconocer que no todo lo anterior fue negativo, y eso es algo que las élites actuales no están dispuestas a hacer.

Europa debe despertar

El grave problema de la inmigración y la convivencia cultural es real y muy peligroso. Pero no se resolverá renunciando a lo que somos. Esa enfermiza integración buscan lograrla desarraigando a los europeos de sus costumbres y cultura. Y lo común, lo que une a Europa, es el legado cristiano.

El proyecto del Corán Europeo no es más que el síntoma de una enfermedad más profunda: el miedo a decir que somos cristianos, occidentales y europeos. Y ese miedo está llevando a Europa por un camino sin retorno. Si Bruselas no cambia de rumbo, si los ciudadanos no alzan la voz, si no se defiende con claridad y firmeza lo que somos, puede que pronto sea demasiado tarde.

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