El Gobierno de Pedro Sánchez sigue adelante con su destructivo plan de cierre nuclear, ignorando las advertencias de expertos, el clamor de la industria y la evidencia de que las centrales nucleares son clave para la estabilidad y soberanía energética de España.
La última prueba de esta irresponsabilidad es la intención del Ejecutivo de desmantelar la central de Almaraz, siguiendo un calendario de cierre nuclear que pondrá en jaque el suministro eléctrico y disparará los precios de la energía. Mientras Francia, Estados Unidos, China o Japón amplían la vida útil de sus plantas nucleares y apuestan por esta fuente de energía segura, limpia y estable, España decide suicidarse energéticamente por pura ideología.
El cierre nuclear: una decisión política, no técnica
El cierre de las centrales nucleares en España no responde a criterios técnicos ni económicos, sino a una agenda ideológica impuesta por la izquierda ecologista y sus socios globalistas. Las empresas del sector han dejado claro que las centrales nucleares españolas pueden operar hasta 80 años sin problemas, como ya ocurre en otros países.
Sin embargo, el Gobierno de Sánchez ha decidido cerrarlas prematuramente, a pesar de que España depende cada vez más del gas extranjero, sobre todo de Argelia y Rusia; el precio de la electricidad se disparará al depender de fuentes menos eficientes, y las energías renovables no pueden garantizar el suministro sin un respaldo estable. El resultado será una España más dependiente, más vulnerable y más pobre.
¿A quién beneficia el apagón nuclear?
La decisión de Pedro Sánchez no beneficia a los ciudadanos ni a la economía española, pero sí a quienes quieren ver a España dependiente de terceros países. Se beneficiarán las grandes eléctricas que sacarán provecho del aumento del precio de la energía, los lobbies ecologistas radicales que imponen su agenda sin considerar la realidad técnica y los intereses extranjeros que quieren una Europa debilitada energéticamente.
Mientras tanto, el español medio pagará facturas más caras, sufrirá apagones y dependerá de regímenes poco democráticos para poder calentar su casa.
España, el único país que camina hacia el colapso energético
Mientras las grandes potencias invierten en nuclear, España cierra sus reactores sin un plan realista de sustitución. Francia ha anunciado la construcción de nuevas centrales nucleares y amplía la vida útil de sus actuales reactores. Alemania, que cerró sus nucleares, ha tenido que volver a utilizar carbón para evitar apagones. Estados Unidos y China apuestan por la energía nuclear como pilar de su soberanía energética. España, en cambio, se convierte en el único país desarrollado que desmantela su infraestructura nuclear sin alternativa viable.
La gran mentira de las renovables
El Gobierno de Sánchez justifica el cierre nuclear en la supuesta «transición ecológica», pero la realidad es que las renovables aún no son capaces de garantizar el suministro eléctrico sin una fuente de respaldo. La energía solar y eólica son intermitentes y no generan electricidad cuando no hay sol o viento. Además, la tecnología de almacenamiento no está desarrollada para garantizar la estabilidad del sistema. Cerrar las nucleares sin una alternativa fiable es un suicidio energético.
El resultado será un país más dependiente del gas, con precios de la luz desorbitados y riesgo de apagones en momentos críticos.
España avanza hacia el desastre energético
La decisión de Pedro Sánchez de cerrar las nucleares es una de las mayores irresponsabilidades de su Gobierno. Nos hará más dependientes del exterior, encarecerá la factura de la luz y debilitará la soberanía energética de España y de la Unión Europea. Mientras tanto, los ciudadanos pagarán las consecuencias de un gobierno que antepone la ideología y el sectarismo al sentido común y a los intereses de la nación.